sábado, 12 de enero de 2013

COMERCIALIZACIÓN DEL CORTOMETRAJE




Cuando se habla de hacer una película un productor o realizador debe tener en cuenta que no se está relacionando únicamente con un trabajo creativo o artístico, sino también con una compleja labor de organización y de gestión comercial.

La cadena de producción de una película, sea esta largometraje, mediometraje o cortometraje, está conformada por diferentes eslabones que en conjunto y con una correcta lógica dan por resultado un film con distribución comercial. O eso por lo menos, es lo que se pretende.

En la lógica de crear, producir, distribuir y exhibir, todos los formatos tienen potencial de negocio. Las grandes preguntas son entonces: ¿Qué se debe saber al momento de su realización? ¿Qué aspectos deben ser tomados en cuenta? ¿Qué se debe hacer?

Hoy en día una de las consecuencias de la profesionalización de la industria está principalmente en dejar que los expertos hagan las cosas que los productores no pueden resolver… ¿Cuáles? Tener un buen distribuidor o agente de ventas. Tomando en cuenta en esta ocasión especialmente a los cortos (que sí hay quien los compre, aunque es más difícil colocarlos en comparación a u largometraje), para abrirle las puertas más fácil se debe contar con una buena historia, buena realización, (técnica, fotográfica, etc.), buen elenco, buen arte, además de tener subtítulos en inglés y de paso se podría completar añadiendo un plan de marketing, negocio y distribución, así durante su paso por festivales y muestras que es donde se hacen más fácilmente los negocios, no habrá pretexto para no firmar un contrato de distribución. ¿Fácil? En principio sí, pero se requiere de una buena planeación para llevarlo a cabo.

La distribución de un corto supone un trabajo inmenso; elaboración de copias, subtitulados, envíos y sobre todo, un control pormenorizado del calendario de festivales y de la normativa que rige cada uno de ellos, es por eso que cada vez más productoras y autores autónomos entienden la necesidad de contar con el apoyo de empresas especializadas que muevan sus obras.

Se debe entender principalmente que el cortometraje puede ser un producto comercial y no sólo un ejercicio de escuelas o un capricho; que puede estar subvencionado por una universidad sí, que puede ser una beca también o el resultado de un concurso que da fondos, totalmente cierto, pero sin lugar a duda el final de la cadena será su exhibición, ademas no podemos olvidar de aquellos que son realizados como series en formatos como la animación o la ficción cuyo objetivo es una corrida comercial en salas de cine o recopilados para su distribución en distintos puntos de venta.

Cuando se habla de arte inmediatamente la tendencia es estigmatizar en que el arte y la industria no se mezclan, pero, no tiene por qué ser así, una puede ayudar a crecer a la otra si se sintonizan en el mismo canal, tal como lo dice nuestro eslogan.

“Arte sí…industria también”


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